Cuando hablamos de anorexia, siempre tendemos a pensar que afecta solo a las mujeres. Pero hay muchos hombres que sufren este problema y que no son tratados correctamente para solucionar el problema.
Es verdad que el porcentaje de anorexia en hombres es mucho más bajo que en las mujeres, pero existe. Por ese motivo, es importante detectarla a tiempo para evitar que pueda provocar problemas importantes en la salud de esa persona.
Cómo afecta la anorexia en hombres
La anorexia nerviosa es una enfermedad compleja que puede afectar tanto a hombres como a mujeres, aunque con particularidades propias en cada género. En el caso de los hombres, especialmente durante la preadolescencia y la adolescencia, la enfermedad suele surgir debido a una combinación de factores, entre los que se encuentra la presión por cumplir con los estándares de belleza masculina que suelen ser promovidos en plataformas como Instagram.
La obsesión por alcanzar un cuerpo musculoso y la percepción de no encajar en ese ideal (conocida como dismorfia muscular) puede llevar a comportamientos extremos como la purga, el ejercicio compulsivo y la restricción severa de alimentos, desencadenando así la anorexia nerviosa. Algunos grupos masculinos tienen un mayor riesgo de desarrollar esta enfermedad, como adolescentes homosexuales, aquellos con disforia de género que intentan evitar el desarrollo de características sexuales asociadas con su género asignado al nacer mediante la restricción alimentaria, modelos, y jóvenes deportistas como gimnastas, bailarines y jugadores de deportes de equipo competitivos.
Cuando se trata de diagnosticar la anorexia nerviosa, tanto en hombres como en mujeres, el primer paso suele ser visitar al pediatra o al médico de cabecera. Los criterios de diagnóstico se centran en los efectos físicos de la restricción calórica, lo que implica la medición de varios índices antropométricos, incluyendo el peso, el Índice de Masa Corporal (IMC) o percentiles en el caso de niños menores de 12 años, la circunferencia del brazo y el área muscular, así como la medición de pliegues cutáneos para evaluar la masa grasa. Además, se realiza una evaluación del gasto energético, análisis de sangre para evaluar diversos índices bioquímicos (incluidas las hormonas), pruebas físicas y densitometría ósea.
Estos exámenes físicos y bioquímicos van acompañados de una evaluación integral de los síntomas de desnutrición desde una perspectiva psicológica y conductual, que puede incluir pruebas específicas, cuestionarios o conversaciones dirigidas. Es importante destacar que aún no se han establecido pautas diagnósticas específicas para los trastornos alimentarios exclusivamente masculinos, y en general, los pediatras y médicos de familia pueden tener menos experiencia en reconocer la anorexia en hombres, ya que los síntomas suelen ser menos evidentes.
En los hombres, especialmente en casos de anorexia leve o incipiente, el IMC tiende a ser más alto en comparación con las mujeres, según los estándares de normalidad para la edad. Mientras que en las niñas, la amenorrea es un síntoma importante, en los niños no hay un equivalente biológico igualmente claro, pero se consideran factores como el retraso en el crecimiento, la anemia y la disminución de la libido y el impulso sexual.
El diagnóstico de la anorexia nerviosa y su nivel de gravedad en hombres suele recaer en primer lugar en el pediatra o médico de cabecera. Para determinarlo, se emplean diferentes criterios basados en los efectos físicos de la restricción calórica. Estos incluyen la medición de índices antropométricos como el peso, el Índice de Masa Corporal (IMC) o percentiles en el caso de niños menores de 12 años, la circunferencia del brazo, el área muscular y la medición de pliegues cutáneos para evaluar la masa grasa. Además, se realiza la determinación del gasto energético, análisis de sangre y evaluación de índices bioquímicos, incluidos los análisis hormonales para medir los niveles de testosterona, pruebas físicas y densitometría ósea.
Estos exámenes físicos y bioquímicos se complementan con una evaluación general de los síntomas de desnutrición desde una perspectiva psicológica y conductual, que puede incluir pruebas, cuestionarios o conversaciones guiadas. Es importante destacar que aún no se han establecido pautas diagnósticas específicas para los trastornos alimentarios exclusivamente masculinos. Además, los pediatras y médicos de familia suelen estar menos familiarizados con la anorexia en hombres, ya que los síntomas pueden ser menos evidentes.
En hombres, especialmente en los casos de anorexia leve o inicial, el IMC tiende a ser superior al de las mujeres según los límites considerados normales para la edad. Mientras que en las niñas, la amenorrea es un síntoma importante, en los niños no existe una señal biológica equivalente, aunque se consideran factores como el retraso en el crecimiento, la anemia y la disminución de la libido y el impulso sexual.
Síntomas de la anorexia en hombres: ¿Cómo detectarla?
Es importante detectar la anorexia en hombres lo antes posible para poder dar solución lo antes posible. Y para solucionar la anorexia en hombres puede ser una buena opción solicitar los servicios de psicoterapia online de Proyectoart.com. De esa manera, el paciente puede tener la ayuda que necesita para superar el problema y así volver a disfrutar de una alimentación sana.
Como nos comentan los expertos de Proyectoart, los síntomas de la anorexia nerviosa son similares tanto en hombres como en mujeres. Estos síntomas incluyen una persistente restricción de la ingesta de alimentos, un intenso miedo a ganar peso y una percepción alterada del propio cuerpo, con dificultad para percibir la delgadez real.
En los hombres, la anorexia nerviosa presenta ciertas diferencias con respecto a las mujeres en cuanto a los objetivos que se buscan y mantienen. Mientras que las mujeres pueden aspirar a una apariencia demacrada, los hombres suelen buscar una definición muscular más marcada al reducir la masa grasa. En ambos casos, la restricción calórica y el ejercicio físico intenso y obsesivo son comunes para alcanzar metas estéticas específicas. Mientras que algunas mujeres desean un abdomen plano, los hombres pueden aspirar al aspecto “carey”.
Aunque la investigación sobre la anorexia masculina es limitada, parece evidente que los estándares estéticos difieren entre géneros, influenciados por los criterios de belleza masculina y femenina presentes en la moda y la sociedad en general.
La vigorexia y la ortorexia son trastornos alimentarios menos comunes que la anorexia y la bulimia, pero se consideran bastante frecuentes en los hombres, aunque también pueden afectar a personas de diferentes géneros. Estas condiciones son particularmente difíciles de detectar porque se disfrazan bajo la apariencia de comportamientos saludables y no siempre presentan síntomas evidentes.
Vigorexia
La vigorexia, a veces llamada anorexia inversa, se caracteriza por una obsesión con la actividad física. Por lo general, afecta a hombres jóvenes que pasan mucho tiempo en el gimnasio con el objetivo de lograr un cuerpo musculoso y bien definido. Es importante comprender que la vigorexia es más que simplemente una pasión por el ejercicio; es un trastorno mental que impulsa a las personas a someterse a entrenamientos intensos, dietas ricas en proteínas y, en algunos casos, el uso de suplementos y esteroides anabólicos. Estas prácticas pueden tener consecuencias graves para la salud a largo plazo, como trastornos metabólicos, osteoporosis e infertilidad.
Ortorexia
La ortorexia es un trastorno alimentario caracterizado por una obsesión con la calidad de los alimentos en lugar de la cantidad. Las personas con ortorexia se centran obsesivamente en la autenticidad, frescura y pureza de los alimentos que consumen. Para ellos, la selección y preparación de alimentos se convierten en preocupaciones principales, llegando al punto en que la compra de alimentos y la organización de las comidas ocupan gran parte de su día. Los ortoréxicos creen firmemente que su salud y forma física dependen directamente de su dieta, y experimentan sentimientos de culpa si no pueden mantener un control total sobre lo que comen. Esta obsesión puede llevar al aislamiento social y tener un impacto negativo en las relaciones personales y la salud mental.